978-84-95423-29-0 Título
La brújula al oído "41 guiones y cuentos para conciertos didácticos y audiciones mus"  
Autores Eguidazu Palacios, Fernando           
Editorial AgrupArte Producciones  Nº edición  Año  Dic/2004
Colección    Nº colección    Páginas  500 
 
Materias



Música


Encuadernación  Rústica 
Largo  25  Ancho  16 
Idioma  Castellano 
Estado
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  P.V.P. 
 
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Reseña del libro
Escuchar es orientar el oído, observar el río del sonido y dejarse llevar por él, medir su caudal y sus recorridos, jugar con lo esperado y lo inesperado. Escuchar música nos ayuda en el crecimiento de la razón, afianza la afición, desarrolla y agiliza la creatividad. Quien degusta una obra musical, quien la escucha de manera aprovechada, ve cómo se transforma su interior, su pensamiento. Escuchar es crear. Escuchar es vivir. Escuchar enseña a crear y a vivir.
Interpretar y escuchar son dos verbos muy relacionados con la creación. Una obra, dormida entre los pentagramas de una partitura, o en los dígitos de un CD, está inacabada. Para completarla es necesario el intérprete que la convierta en sonido, y el oyente -el instante- que le dé el sentido final. La responsabilidad de quien interpreta es grande: edifica en sonidos los planos escritos por el arquitecto-músico. La responsabilidad de quien escucha también es grande: completa, termina, justifica la obra. Quien interpreta recrea; quien escucha participa de la obra, la recompone en su memoria, la reconstruye en su interior. Componer una pieza, improvisar un tema, interpretar una obra, escuchar una canción... son maneras de ordenar: quien compone escribe, memoriza, medita el orden; quien improvisa descubre y elabora al instante un orden; quien interpreta recuerda, plasma un orden; quien baila pasa el orden de los sonidos por su cuerpo; quien lee ordena en la mente; y quien escucha ordena en la memoria.
Se puede decir que hay tanto placer en descubrir las maneras de orden de los sonidos en músicas ajenas, como en las propias. Escuchar es volver a componer, pero al revés; es el trabajo inverso al del compositor. También es un acto de creación -precisamente el aplauso es una manera de participar del éxito conseguido, una especie de autopremio que se propinan los espectadores-. Quien no colabora en este acabado de la obra musical, que es escucharla, no alcanza el premio final: la creación de la obra en su interior.
 
 
Bio-bibliografía del autor