Entre la primera Guerra Carlista y la Guerra Civil, Jerez fue testigo del desarrollo de una nueva clase social que, pese a sus orígenes burgueses, terminó convirtiéndose, tras competir luego aliarse con los orgullosos representantes de la vieja nobleza, en el paradigma de la aristocracia andaluza. Provenientes de Inglaterra y Francia, principalmente, los bodegueros supieron levantar un verdadero emporio al abrigo del comercio internacional del vino que convirtió a esta pequeña ciudad de la Baja Andalucía en una de las más conocidas de España. Huyendo de la mera erudición -sus fuentes han sido sobre todo orales-, el poeta Francisco Bejarano ha realizado en estas páginas la evocación «gatopardesca» de un mundo perdido, en el que la caballerosidad, la elegancia y la laboriosidad, se mezclaban con la mezquindad y la hipocresía, como partes de una sociedad refinada y cosmopolita que de alguna forma ha pervivido hasta hoy. El autor describe y analiza las formas de sociabilidad y religiosidad de las familias bodegueras, las alianzas matrimoniales con la aristocracia titulada, su gusto por la vida suntuaria que se reflejó en unas casas repletas de obras de arte, pero también los abusos que llevaron a esta clase social a perder el control de las grandes bodegas y, por tanto, su aura de gentes diferentes. Una aproximación, pues, alejada del resentimiento o la complacencia, que se alimenta de recuerdos, de cosas oídas a los más viejos, de mitos recientes, de intuiciones personales y aun de sospechas.
«Ciudades andaluzas en la historia» es una colección que pretende aunar la calidad literaria, el rigor y el afán divulgativo con el fin de ofrecer una recreación de los principales núcleos urbanos andaluces en sus momentos de mayor significación histórica.
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