Quienes escriben sobre naciones o pueblos extranjeros disponen de una serie de imágenes previas que no pueden ignorar, puesto que los testimonios de sus predecesores forman parte de sus conocimientos. Y si viajan por el país con ánimo de escribir sobre él, ese bagaje confluirá en las imágenes que han visto de los lugares y escenarios conocidos directamente. Con rigor histórico, hasta finales del siglo XIV no cuajaron las imágenes mutuas que todavía (man)tienen las naciones europeas. Una centuria después los auto y heteroimagotipos estaban suficientemente consolidados para poder perdurar en el tiempo. Los factores capitales en dichas configuraciones dependían también -entonces como ahora-de la posición, preponderancia y proyección políticas; del poderío económico de la nación correspondiente y de factores de carácter cultural y religioso. España era entonces la principal potencia político-militar europea con una ostensible presencia cultural y religiosa. De ahí la contundencia de las imágenes y los estereotipos que forjaron parte de la Ilamada leyenda negra. |