Los actuales y vertiginosos avances científico-tecnicos, la globalización, el excesivo consumir sin sentido, la fácil corruptela política, el imparable activismo de muchos y la ausencia o en el mejor de los casos precaria interiorización de unos valores tanto sociales como individuales, revalidan la necesidad de una filosofía cuya meta por encima de todo es la felicidad, que tiene sus bases en la amistad y la igualdad y como arma para lograr el mayor grado de autosuficiencia la austeridad. En definitiva, el pensamiento de Epicuro puede ser hoy tan útil social e individualmente como lo fue en sus orígenes. |