Johannesburgo, 1998. Silas Ali, antiguo activista político y ahora funcionario de mediana edad, se encuentra con un fantasma del pasado mientras va de compras un domingo por la mañana. El pasado irrumpe en el presente y rompe el caparazón de aparente normalidad que había envuclto su vida familiar. De nada sirve tratar de olvidar el apartheid: el problema racial, las desigualdades de género y el conflicto intergeneracional acaban desembocando en una espiral de violencia incontrolable. Con Fruta amarga, Achmat Dangor se adentra en un territorio al que ningún otro escritor sudafricano se ha acercado. Todavía lleva más lejos los transgresores temas sexuales que planteó con tanta osadía en su aclamada novela La maldición de Kafka, y trata también sobre la difícil palítica de la raza, la identidad de las mestizos y el estilo de vida de la nueva élite, y lo hace de una forma tan franca e irónica que resulta alentadora. Su percepción política es aguda y sutil; su prosa, apasionada e intensa. Esta extraardinaria novela es el libro más sugestivo que este intrépido explorador literario ha escrito hasta el momento. Con ella, Dangor se atreve a afrontar los tabúes más sagrados de su país. |