Dibujar chistes para un periódico es un ejercicio hercúleo de distorsión, con el que corrientemente se esfuerza el dibujante en retratar, de modo que parezca cómico, algo que al humorista sólo le provoca amargo Ilanto. En otras ocasiones, el dibujante se aplica a revestir de solemnidad lo que sólo se le antoja ridículo, y es así como el humorista da en la tecla justa (cuando acierta); a no ser que el espectador encuentre la caricatura realmente solemne (si fracasa). He dicho me repito que el chiste en el periódico, ahora que somos libres, es un banderín que señala: "AQUÍ SE EJERCE LA LIBERTAD". Sólo hay que desear que el dibujante, como los otros periodistas, tenga, además de libertad, repertorio de ideas para esclarecer, iluminar y desinfectar si a mano viene a la mente de quienes sólo tienen, los pobres, ideología.
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