El Imperio incaico, sin lugar a dudas el más poderoso de la historia de América y uno de los más sólidos y longevos del mundo, hundía sus raíces en ta firme creencia de que el Inca reinante descendía directamente del Sol, por lo que por sus venas corría sangre divina. La pureza de dicha sangre se mantenía gracias a la unión entre hermanos de padre y madré, los únicos que podían engendrar a un nuevo Emperádor, que a su vez habría de casarse con su propia hermana. De este modo, la dinastía se mantenía inalterable a través de los siglos y ningún advenedizo podía soñar síquiera con aspirar jamás al trono. Pero semejante grado de cnsanguinidad acarreaba graves problemas de escendencia: ponían en pelígro la continuidad de un sistema social que, privado de su columna vertebral - la supuesta divinidad de sus gobernantes-, se situaba al borde del caos y la destrucción. Con dichos ingredientes, y gracias a su perfecto conocimiento de la historia incaica, su pueblo y sus paisajes, Alberto Vázquez-Figueroa ha escrito una apasionante novela llena de ternura, tensión y aventuras que nos permite adentrarnos en un universo singular del que lo desconocíamos casi todo. |