Tras atravesar Sierra Leona, Graham Greene pasó en 1935 a Liberia, país de nuevo cuño que Estados Unidos acababa de fundar con la intención de devolver al continente africano un contingente de esclavos liberados. Lo que atrajo a Greene de esta tierra fue su condición de mundo virginal; a caballo entre la naturaleza salvaje y la moderna sociedad organizada, Liberia luchaba por sus señas de identidad tras sacudirse el yugo colonial. Antes de llegar a la capital, Greene cruzó malezas laberínticas y ríos salvajes, sufrió el calor asfixiante del día y el frío cortante de la noche, convivió con gentes leales y se enfrentó a caníbales. Y al final de su expedición por el medio natural, hostil y atrayente a un tiempo, Monrovia: la civilización, la ley y el orden, el poder corrupto, la pugna entre los instintos totalitarios y las tendencias democráticas. Viaje sin mapas ha sido comparado, por la belleza de las descripciones y el sentido de la aventura que transmite, a los mejores libros de viajes. |