Los lectores de la desopilante Zafarrancho en Cambridge recordarán que Porterhouse era un college que nunca se distinguió por su nivel académico, pero donde se disfrutaba de una excelente cocina y no era muy difícil conseguir un título. Ahora, unos años después, todo sigue poco más o menos como entonces, pero tremebundos nubarrones se ciernen en el horizonte. Para empezar, la viuda de Sir Godber Evans, un rector bienintencionado pero un tanto gilipollas, que murió en un extraño accidente cuando su presencia amenazaba el satisfactorio equilibrio tan duramente conseguido, está convencida de que su marido fue asesinado. Obsesionada por encontrar al culpable, decide donar los fondos para crear una nueva cátedra, cuyo titular será en realidad un infiltrado que deberá desentrañar el misterio de la muerte de Sir Godber. Y, por si esto fuera poco, un misterioso magnate americano de pasado, presente y futuro muy dudosos, e intenciones nada claras, quiere hacer una suculenta donación que podría salvar a Porterhouse de su siempre inminente ruina. Claro está que los profesores del college, expertos en intrigas, chantajes, zancadillas y demás dulzuras de la vida académica, saben que nadie da nada por nada, y están bien preparados para sobrevivir a las descacharrantes batallas que agitarán aún más la muy poco tranquila vida de Cambridge... «En la gran tradición de la sátira inglesa de Evelyn Waugh y P. G. Wodehouse» (Michael Bracewell, The Independent). |