Con Niketche (la danza del amor), Paulina Chiziane compone el retrato admirable de un crecimiento personal cuyo eje es la solidaridad femenina. En esta novela son las mujeres quienes construyen, quienes siembran y recogen, quienes poco a poco, casi sin darse cuenta, cambian el mundo, mientras los hombres se limitan a depredarlo.
Rami, una mujer casada, obediente y sumisa, descubre de repente que su marido, Tony, mantiene a un puñado de amantes con las que además ha tenido numerosos hijos. Al principio Rami se enfrenta a sus rivales, pero al conocerlas se da cuenta de que, como ella misma, no son más que víctimas de un mundo en el que solamente los hombres dan sentido a la existencia de las mujeres. ¿Qué hacer entonces? Pelearse con ellas es inútil, y además injusto, porque e1 verdadero culpable de su situación es evidentemente él. ¿Ignorarlas? Imposible. La única alternativa es convertirlas en sus aliadas. Con un estilo capaz de alternar lo descarnado con lo delicado, lo austero con lo lírico, la autora consigue hablar de sufrimiento y de represión femeninos sin caer en el panfleto, sin ceder a la corrección política, sin renunciar a su idea de feminidad. En Niketche encontramos algunas de las páginas más memorables de la literatura en portugués: escenas inolvidables, como la de la protagonista que se sienta en el mercado para oír las voces (le las vaginas que pasan y que cuentan historias a quien sabe escucharlas. La aparente sencillez del estilo de Chiziane no le impide desarrollar personajes complejos, contradictorios, ahwrlutamcntc humanos. Su arraigo en el mundo africano, un mundo alejado de los estereotipos ruralistas y folclóricos, no interfiere ni un ápice en su universalidad
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