¿Un italiano que no ame la buena mesa? No existe. ¿Y un italo-argentino? Tampoco. Ahí está el papa Francisco como ejemplo ilustre. Aclaremos, no obstante: la relación del actual pontífice con la comida va mucho más allá de la degustación exquisita y placentera. Para él, los alimentos, su preparación y consumo constituyen un medio ideal para transmitir acciones y valores. Primogénito de una modesta y tradicional familia italo-argentina de largas sobremesas dominicales, Jorge Mario Bergoglio aprendió de pequeño aquello de que «con el pan no se juega», y muy joven las circunstancias lo llevaron a ocuparse con pericia de los fogones domésticos. Más tarde, estudió química de los alimentos. A finales de los 90, en vísperas del Corralito, la gran crisis económico-financiera que sacudió Argentina, el entonces arzobispo de Buenos Aires clamó repetidas veces contra la mala alimientación e incluso hambre a las que estaba abocando la situación. Y ya como Papa, sus sencillas y saludables comidas diarias son «de menú de 10 euros», según el periodista J. M. Vidal. En definitiva: en materia gastronómica, los consejos del papa Francisco bien pueden «ir a misa». Este libro desgrana la biografía del papa Francisco y entrelazadas, muestra y explica las más exquisitas recetas de origen y tradición mediterránea. |