978-84-488-4396-0 Título
Hoy estoy... enfadado  
Autores Peñalver, Clara    MARTÍNEZ,NUNE       
Editorial Ediciones Beascoa, S.A.  Nº edición    Año  May/2015
Colección    Nº colección    Páginas  32 
 
Materias



Infantil - Juvenil


Encuadernación  Cartoné 
Largo  212  Ancho  229 
Idioma  Castellano 
Estado
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  P.V.P. 
 
   11,95
 
 
Reseña del libro
Una historia sencilla, dulce y tierna para ayudar a nuestros hijos a gestionar y superar el enfado La iraLlamamos «ira» a esa energía que surge en nuestro interior cuando algo nos genera frustración, tensión o malestar, llevándonos al enfado y, en ocasiones, a la agresividad. Aumenta el ritmo de nuestro corazón, tensa nuestros músculos y nos prepara para actuar.En los niños, este sentimiento puede aparecer ante un trato injusto, con alguna tarea que no le sale, al no conseguir un capricho, por el incumplimiento de una promesa, si le quitan un juguete...La Ira tiene su función, no lo olvidemos. Sirve para que el niño se defienda ante situaciones injustas o para que se esfuercen mas ante determinados retos. Si bloqueamos este sentimiento en nuestro hijo, sólo lograremos aumentar su malestar y terminará convirtiéndose en agresividad o violencia, y eso es lo último que queremos, ¿verdad? ¿Qué hacemos entonces?Debemos ayudar al niño a RECONOCER y a REDIRIGIR este sentimiento, explicándole cómo nos afecta y enseñándole formas adecuadas para gastar esa energía: hablar de aquello que les enoja, buscar el apoyo de los mayores, cambiar la forma de afrontar esa tarea difícil... ¿Y si aparece la agresividad? Como siempre... ¡mantened la calma! Debemos ser firmes y serenos, nunca agresivos, evitando culpar a nuestro hijo con expresiones como «eres malo». Es mejor reprender la conducta y dar tiempo al niño para pensar en ello. Por supuesto, regañar o castigar no es suficiente. Una vez se reduzca la agresividad, es importante explicarle las consecuencias de lo que ha pasado para que asuma su RESPONSABILIDAD, y darle alternativas. Pero ¡ojo! Debemos ser razonables y comprender que, a veces, el enfado está justificado a pesar del mal. «No podemos elegir qué sentir, pero sí podemos decidir qué hacer con lo que sentimos y, por supuesto, podemos enseñar a nuestros hijos a hacer lo mejor con aquello que sienten.» 
 
Bio-bibliografía del autor