El mensaje de amor y de esperanza en el ser humano nos llega en esta historia (1844) a través del añorado sonido de los carillones de los timbres de las puertas, viejos amigos del demacrado y hambriento Trotty Veck, que está siempre a la espera de mensajes o paquetes cargados de buenas noticias o algo comestible. Convertidos en amenazadores espectros, le enseñan a reconocer su culpabilidad por haber desconfiado de la humanidad. Ante sus ojos discurren las imágenes de un amargo futuro sin redención en el que sus seres queridos se degradan en la miseria, la prostitución y el crimen. ¿Pesadilla o realidad? El final sirve tanto al personaje como al escritor para imaginar un maremoto que se lleva por delante a los malvados como si fueran hojas muertas. |