Basta echar un simple vistazo a la prensa internacional para admitir la existencia desde hace tiempo de un ataque contra la Iglesia Católica y, en particular, contra la figura del papa Benedicto XVI. Un ataque fundado sobre el odio ante cualquier cosa que diga o haga. Por ejemplo, la absurda polémica suscitada por las alusiones a Mahoma en el discurso de Ratisbona o la crisis diplomática tras las declaraciones sobre el preservativo en su primer viaje a África. Sin embargo, se olvidan intencionadamente sus esfuerzos en grandes temas como la pobreza, la globalización o la familia. Así como sus duras palabras contra el capitalismo salvaje y la globalización o la invitación a la caridad y la fraternidad.
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