978-84-937707-0-9 Título
Los dioses tienen sed  
Autores France, Anatole           
Editorial Barril Barral editores S.L.  Nº edición  Año  Sep/2010
Colección    Nº colección    Páginas  235 
 
Materias



Narrativa


Encuadernación  Rústica 
Largo  22  Ancho  14 
Idioma  Castellano 
Estado
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  P.V.P. 
 
   19,80
 
 
Reseña del libro
Los dioses tienen sed "Cuando era joven, intentaba orientarme en el mundo que se precipitaba hacia el abismo de una dictadura cuya realidad concreta no había sido prevista, ni querida, ni imaginada por nadie, y menos aún por aquellos que habían deseado y aclamado su advenimiento: el único libro que entonces fue capaz de decirme algo lúcido sobre ese mundo desconocido fue Los dioses tienen sed.
Gamelin tal vez sea el primer retrato literario de un “artista comprometido”. No obstante, lo que me cautivó de la novela de France no fue la denuncia de Gamelin, sino el misterio de Gamelin. Digo “misterio” porque ese hombre, que terminó por enviar a decenas de personas a la guillotina, habría sido sin duda, en otra época, un amable vecino, un buen compañero y un artista dotado. ¿Cómo puede un hombre indiscutiblemente honesto llevar oculto a un monstruo?
El novelista no escribió su novela para condenar la Revolución, sino para examinar el misterio de sus actores, y con éste otros misterios, el misterio de lo cómico que se desliza por entre los horrores, el misterio del aburrimiento que acompaña los dramas, el misterio del corazón que disfruta con cabezas cortadas, el misterio del humor como último refugio de lo humano…"
Fragmento de Un encuentro, de Milan Kundera

"Muero con razón -pensó-. Justo es que paguemos con nuestro sacrificio los ultrajes que han recaído sobre una República que hemos sido incapaces de defender. Fuimos débiles, y la indulgencia nos hizo culpables. Merecemos un castigo por haber traicionado a la República. El mismo Robespierre, el puro, el santo, pecó por ser indulgente, benigno. Con su sacrificio paga sus errores. Al igual que él, yo también he traicionado a la República, una República que se desintegra, justo es que yo desaparezca con ella. Quise ahorrar sangre… ¡Que la mía corra! ¡Bien me lo merezco!"
Fragmento de Los dioses tienen sed 
 
Bio-bibliografía del autor