La República de Weimar se vio sometida, desde sus inicios, a los embates de poderosos enemigos para quienes las exigencias de mayor participación ciudadana, la democratización de la vida pública, los tratados de paz, la protección de los menores, la negociación colectiva, la liberación de la mujer eran intromisiones en parcelas que antaño correspondían exclusivamente a la Iglesia, la autoridad paterna, el ejército y la patronal. El choque entre las demandas de una mayor participación democrática y la desconfianza, y eventual hostilidad por parte de las elites políticas, económicas y técnicas, es un fiel reflejo de la contradicción que atraviesan, también hoy, las sociedades modernas. Estas similitudes entre la primera experiencia democrática alemana y la actualidad, invitan a reflexionar sobre los desafíos del mundo globalizado del siglo XXI y cómo edificar un espacio público donde los ciudadanos puedan debatir abiertamente, apoyados por una actitud leal y responsable por parte de las elites políticas, para identificar un interés general. |