«Esto funciona así: tú te dejas ver y ellos se dejan comer.No es que me resulte agradable, pero a estas alturas no puedo cambiar nada. Ya no. Tal vez porque es demasiado tarde y le he cogido el gusto. A lo mejor, sencillamente, no puedo evitarlo. Para no resultar tan fría, para razonar mi perversidad, mi hambre o mi maldad, podría recurrir al extenso repertorio de enfermedades que se heredan o nos invaden de forma accidental. En un supuesto más fantasioso, podría asumir, por qué no, el rol de heroína o villana, bellas sin alma siempre frías, impasibles e insensibles a las pasiones de los demás, lobas que necesitan sangre robada a traición.Con todo, el asunto no tiene gracia. Ninguna. Mucho menos para quienes caen bajo mi sonrisa y mis garras. Me refiero a mis víctimas.No me dan lástima. No es más que una mera cuestión de supervivencia.Y es que el lobo no siente compasión por el rebaño.Sin embargo, debo aclarar que no soy una devoradora sin escrúpulos, tan cruel y despiadada que no se apena por la desdicha ajena, que disfruta exterminando.Cierto es que no me lamento mucho, pero tampoco lo hago por vicio.Simplemente lo necesito.» |