Sean cuales sean las fechas en las que quede acotado el desarrollo del surrealismo histórico, es obvio que ya tenemos una perspectiva suficiente para poder contemplarlo en toda su significación y reflexionar con distancia crítica sobre qué ha quedado de aquellos impulsos. Antonio Martínez Sarrión hace su propio y personalísimo balance en Sueños que no compra el dinero, analizando diacrónicamente las intenciones, los motivos recurrentes o los límites que marcaron la existencia del movimiento, y repasando sin afán erudito los nombres fundamentales de aquella insólita y extinguida utopía artística y vital. Juan Marqués |