José Tomás es el primer torero en muchos años que ha conseguido que la tauromaquia no sea un asunto exclusivo de los aficionados a este ritual ancestral. Los medios de comunicación han vuelto su mirada hacia un torero distinto que expone su cuerpo hasta los límites de la tragedia y que, como aquí se defiende, está poseído de un espíritu sólo comparable al del samurái. Su reaparición simbólica en Barcelona y su vida al margen del mundillo taurino y de los medios de comunicación afines han servido para que sus actos estén llenos de connotaciones sociales y hasta políticas. El aficionado a los toros ha encontrado en él al último sacerdote-torero de una fiesta cada vez más amenazada por quienes la consideran un residuo de otros tiempos. José Tomás expone su vida frente al toro, emulando a su admirado Manolete, porque es consciente de que la fiesta de los toros sólo puede sobrevivir bajo el signo de la pureza. Hay quien no ha visto en él más que a un loco por, cómo él mismo declara, «intentar crear arte a cambio del riesgo de la propia vida». Posiblemente sea un loco, y con él ha arrastrado a miles de locos hacia las plazas de toros en busca de un espectáculo lleno de emoción. José Tomás. De lo espiritual en el arte retrata la evolución del torero más aclamado de la actualidad, desde sus inicios con el apoderado Antonio Corbacho hasta su deslumbrante reaparición en el año 2007, sin olvidar los momentos más duros de su trayectoria, como la cornada que le pudo costar la vida o sus polémicas con Enrique Ponce. Personajes adscritos a las artes o las letras, como Albert Boadella, Fernando Sánchez Dragó, Joaquín Sabina y muchos otros, han encontrado en José Tomás al Mesías, al Quinto Evangelista, al Redentor o al Torero de Otra Galaxia, según en qué manos estuviese la pluma. |