«Falos alados, falos con ojos, falos en espiral, falos con rasgos de animales, falos que se entrelazan con otros falos... Parece realmente una obsesión. ¿Es malicia? ¿Obscenidad? ¿Vulgaridad chocarrera? Nada de eso. Es sólo miedo, miedo a las fuerzas oscuras del mal y desesperada búsqueda de protección. He ahí por qué se injertan sobre el pétaso de Mercurio, protector de los comercios, nada menos que cuatro falos: para cubrir los cuatro puntos cardinales, como garantía de que el mal no pueda llegar de ninguna parte, de que no pueda sorprendernos por la espalda; para blindar el lugar y a los hombres que acuden a él.» |