Murieron con una sonrisa en el rostro. Tres aparentes suicidios: un brillante ingeniero, un abogado de mala fama y un político controvertido. Tres extraños entre sí que no tenían nada en común, ni ningún motivo aparente para acabar con sus vidas. La teniente Eve Dallas cree que estas tres muertes son sospechosas y su instinto demuestra tener razón cuando las autopsias revelan unas pequeñas quemaduras apenas apreciables en los cerebros de las víctimas. ¿Se trata de una anormalidad genética o un método de asesinato con una tecnología muy sofisticada? |