Marifé Santiago Bolaños ha ido dejando durante cinco años, pequeños «fragmentos» de El día, los días que, en una suerte de diario de lo sagrado, guarda el discurrir del tiempo de la ciudad y el tiempo de la imaginación. Como escribe Amalia Iglesias, «defiende la cultura como "espacio de dignidad" y la memoria, los ancestros, las raíces, el paisaje fundacional, los sueños, el mito y el rito constituyen el núcleo germinal de sus versos. Reivindica los sentimientos y los ideales, la palabra poética como tabla salvadora que nos reconcilia con la belleza y nos hace menos huérfanos en el desamparo existencial» (Poetas en blanco y negro contemporáneos, Madrid, 2006). |