L a frontera que se extiende desde Tijuana, sobre el Océano Pacífico, hasta Matamoros, sobre el Golfo de México, y que separa a este país de los Estados Unidos, es una valla calculadamente porosa. Hacia el norte hay pasos por los que se cuelan no sólo los más fuertes -los que pueden atravesar los desiertos-, sino los más pudientes -los que pueden sobornar a los aduaneros-. Se trata de un gran hueco por donde entra buena parte de la cocaína que consume el mercado norteamericano y por donde sale buena parte de las armas que alimentan la violencia y la corrupción en el resto del continente. Miles de latinos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, lo cruzan a diario. Vienen de todas las naciones situadas al sur del río Grande, huyendo del rigor de la pobreza, y van hacia el norte en busca del incierto sueño americano. Algunos encuentran trabajo temporal en las maquilas de las zonas fronterizas; otros logran pasar al otro lado; no pocos regresan con las manos vacías o esposadas, y muchos, muchísimos, mueren en el intento. El presente libro recoge seis relatos acerca de la vida de estas espaldas mojadas. Son historias verídicas, por supuesto, pero son también una metáfora del enfrentamiento entre dos mundos. |