| A través de las diferentes perspectivas que de Thomas de Quincey nos ofrecen la madre, la amante, el padre, la esposa y el propio autor inglés sobre sí mismo, Rafael Ballesteros, con un estilo diáfano y riguroso, consigue en Los últimos días de Thomas de Quincey presentar a nuestra sensibilidad de hoy el retrato de un hombre que fue al mismo tiempo un ser lúcido y dominado por la droga, apocado y altivo, y que, entre la miseria de su vida y la grandeza pausada de su inteligencia, por medio de obras tan reveladoras como Confesiones de un inglés comedor de opio y Del asesinato considerado como una de las bellas artes, decidió, desde la postergación de su persona y sin abandonar nunca su patria, interpretar y comprender con generosidad el mundo. |
