Hace sesenta años se juzgaba al nazismo en los juicios de Nuremberg. Mientras algunos nacional -socialistas se sentaban en el banquillo, otros intentaban la evasión y que sus crímenes quedaran impunes. Para muchos de ellos España resultó ser un destino accesible e idealizado: el refugio desde el que afrontar cómodamente el final de un régimen con aspiraciones milenarias. Así fue coma en Madrid y en otros lugares de España se establecieron Otto Skorzeny, León Degrelle, Walter Kutschmann; Gerhard Bremmer, Pierre Daye; Horia Sima, Maks Luburic, Charles Lesca o Carlos Fuldner. Nombre asociados a las atrocidades del Tercer Reich y a la ideología que le sustentó. En esta obra, fruto de una investigación de más de dos años en diferentes archivos nacionales y extranjeros, se documenta la entrada en el país de medio centenar de antiguos nazis y colaboracionistas de diversos países y se ofrecen datos hasta ahora inéditos de la acogida brindada por las autoridades españolas: Para todos estos criminales huidos, España constituyó su particular Guarida del Lobo. |