Qué nos parece femenino o qué nos parece masculino no depende de ningún tipo de categoría previa de nuestra mente. Lo femenino y masculino son catálogos de valores disponibles para todas las personas, cualidades que responde a un desarrollo completo y plural de nuestra identidad. Sin embargo, la sociedad patriarcal insiste en estigmatizar las funciones sociales como una especie de orden espontáneo que se demuestra injusto para una parte: las mujeres. Esta esclavitud de la igualdad exclusivamente jurídica, pero no real, está provocada en gran medida por una educación que perpetúa la imagen de los hombres y mujeres. Los medios de comunicación constituyen parte de esta estrategia de dominación y señalarla puede suponer un primar paso para superarla.
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