Ha transcurrido mucho tiempo desde que Adolfo González Amezqueta señaló que la arquitectura religiosa ocuparía un lugar de gran importancia cuando se escribiese la historia -de «la lucha española de posguerra por la arquitectura moderna». Esta afirmación ha venido confirmándose con la reciente aparición, tanto de guías de arquitectura, como de textos críticos que se refieren a ese período. Cabría sintetizar las razones de este momento de brillantez en el ilusionado encuentro de una generación de jóvenes arquitectos, artistas y eclesiásticos que, actuando en un contexto difícil, supieron entender, y asumir, su papel en la necesaria modernización de la arquitectura y las artes en general en nuestro país, con lo que unieron su excelencia con los criterios de participación y renovación tipológica y figurativa, apuntados por el llamado Movimiento Litúrgico, dentro de un proceso más amplio que culminó en las solemnes declaraciones del Concilio Vaticano II. |