El ser humano, el único que tiene un lenguaje y, por tanto, una conciencia en el sentido más amplio de ambos términos, parece repudiar esa condición e intentar identificarse, por un lado, con autómatas de distinto tipo y, por otra, con los animales. Esto puede deberse a un intento de rehuir, de esa manera, la certidumbre de la muerte que la conciencia humana lleva consigo. En este libro, Gómez Pin reivindica la causa del hombre, frente a la pretensión de humanizar tanto a los animales como a las máquinas. |