El puente que cruza la luna es un homenaje íntimo al marido muerto: al hombre galvánico y contradictorio que fue Raymond Carver. Los ensoñaciones de la memoria se alían, en estos poemas desgarrados, con las fábulas del presente, para construir un mundo pleno de caricias y de heridas, pero atravesado también por la lucidez que irradia la soledad. Las piezas breves, de delicados trazos simbolistas, conviven en estas páginas de Tess Gallagher con Ios poemas extensos y las fulguraciones irracionales. El conjunto supone un doble descubrimiento: el de una persona enteriza y el de una poeta excepcional. |