A partir de los años 70, Marguerite Duras puso en marcha un dispositivo que trastocó la relación clásica entre el escritor y el lector: las entrevistas. Este tercer pie del trípode es el espacio donde se alojarán "sus dichos", "la masa de lo vivido", "su infierno"; por donde le enviará a sus lectores los signos para leer sus libros, el trabajo de realizar el montaje en ese lugar vacío en el que cada uno pondrá lo suyo, tal como ella fabricaba sus films.
En Las conversadoras, con Xavière Gauthier, establece explícitamente por primera vez los lazos entre ella y su familia y algunos de sus personajes de ficción. |